Han llegado las lluvias y con ellas las brevas. Entre las ramas busco el deseado fruto para apenas frotado en la manga de mi camisa llevármelo a la boca.
Cierto que no es tan dulce como los higos de agosto. Y sin embargo han pasado por manos y boca de griegos, romanos y egipcios. Han sido manjar de sabios, guerreros y faraones.
Primicias de una abundante cosecha, en el patio de casa de mi madre.
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